RESEÑA: Mi Última Palabra

07.04.2020

"Entretenida, mordaz y con enseñanzas a lo girl power, Mi Última Palabra cae por lo predecible que resulta". Si tuviera que escribir el obituario de la película dirigida por Mark Pellington, creo que sería algo así.

The Last Word (2017). Dirección: Mark Pellington.
The Last Word (2017). Dirección: Mark Pellington.

The Last Word es un filme del 2017, manejada por el director mencionado arriba, estrenada en Estados Unidos y con una duración de 108 minutos. Esta comedia dramática -un poco más drama que comedia, en lo personal- presenta al personaje que es Harriet Lauler (Shirley MacLaine), la cual es una mujer mayor, retirada de su trabajo después de liderar la empresa publicitaria que creó con esfuerzo. Esta mujer, como se puede ver apenas empezar la película, resulta ser una persona que quiere llevar las riendas de todo.

Queriendo controlar cada aspecto de su vida, ha llegado a la vejez sola, sin nadie que se interese por ella y sin nada remarcable más allá de su empresa. Es entonces que leyendo sin querer un obituario del periódico se da cuenta de ello: no hay familiares, ni amigos, nadie que la vaya a recordar de una buena manera, o que pueda recordar algo bueno que hizo. De ese modo llega con la escritora del obituario y co-protagonista de la película.

Anne Sherman (Amanda Seyfried) es una escritora del periódico local, encargada de redactar los obituarios requeridos por diferentes personas de la comunidad. Sin embargo, cuando Harriet le pide que escriba el suyo, Anne no puede más que quedarse en shock. A ver, que si fueran ustedes también les sorprendería que una mujer les pidiera eso siguiendo aún con vida, ¿no? De cualquier modo, por alguna razón, la joven escritora termina aceptando, y es ahí cuando comienza realmente la trama.

Cabe decir que, si bien Harriet resulta odiosa apenas comenzar la película, es un punto acertado porque justamente su personaje es creíble. A pesar de eso, no es solo mala hierba. Te das cuenta en ese primer encuentro con Anne que Harriet es algo más que una señora cascarrabias con tintes de trastorno obsesivo-compulsivo. Es una mujer poderosa, que toma las riendas de su vida, y se lo hace saber a Anne.


"Si me hubiera motivado por lo que los demás piensan o hacen, no hubiera logrado lo que logré. Y he logrado muchas cosas."

Así pues, Anne se enfrasca en este proceso de investigación para poder escribir un obiturario lo suficientemente bueno para Harriet. Sin embargo, se enfrenta con un muro enorme en el proceso, y es que absolutamente nadie tiene nada bueno que opinar de la anciana. Venga, ¿es eso posible? Pero es que la mujer es tan agria que parece que sí.

Y como no podía ser de otro modo, Harriet decide tomar el control de la situación. Se presenta donde la escritora y le dice qué es lo que quiere... Y lo que quiere no resulta ser otra cosa que la redención. ¡Cómo no! Si la mujer se ha cansado de ser una cascarrabias, y ahora sí que le interesa dejar huella. ¿Qué pasa con el egocentrismo humano, eh?

Pero vale, que Anne se mete de lleno en la vida de la mujer y comienza a descubrirla con el único objetivo de poder cumplir su misión y escribir algo que le agrade a la señora. Y en uno de esos puntos está justamente el de dejar huella. Lo inesperado, según expresa la protagonista. Esa punta del iceberg que hundirá su barco, el giro en su vida que le dará significado y la sacará del pozo de lo olvidable..

Y claro que, como no puede ser de otro modo, Harriet pretende la idea más trillada. Caridad. Sin embargo, en ese hilo de acontecimientos, la película nos aporta la actuación de una chiquilla que en lo personal se robó mi corazón. La pequeña Brenda (AnnJewel Lee Dixon) se adueña de la película con esa inocencia, picardía y un relativo lenguaje soez que tiene una niña de diez años.

Sin embargo, el resto de actuaciones no son la gran cosa. Eso sí, no hay ninguno de sobra: todos están bien colocados, aunque solo sirvan para cumplir esa función en la película. Es decir, que no son más que un medio para la travesía de Harriet. Incluso Robin (Thomas Sadoski), que siendo el único que rebasa los límites del escenario para el que fue construido, termina siendo alguien soso destinado a cumplir con la parte romántica que parece ser necesaria en cada película.

Me atrevería a decir que fue el personaje de Elizabeth (Anne Heche) el que impactó más en la mujer retirada. Con una aparición de cinco minutos (o algo así), la hija de Harriet finalmente logra darle el giro a la vida de la anciana que habíamos estado esperando desde hacía minutos. Además, me arriesgaría a afirmar que me ha gustado más su participación que la de Anne.

Venga, que la mujer tiene veintimuchos y no sabe lo que quiere... No, me retracto. Sabe lo que quiere, pero no sabe cómo lograrlo. Y en esa ignorancia es que su vida se encasilla. Además, resultan confusos esos cambios de ánimo donde en una escena está harta de la mujer y en su intento por deshacerse de ella y acabar con su encomienda, lo único que hace es terminar acercándose más la una con la otra.

Mi Última Palabra resulta entretenida. Si bien no es memorable, disfrutas de verla y te deja esa sensación bonita en el pecho a pesar del final predecible con vértices que tocan los desenlaces de cuentos de hadas. Con todo y la expresión arisca de Harriet, la película deja varias enseñanzas; no obstante, no se trata tampoco de algo que no se haya visto antes. Venga que, si no tienes nada que hacer, esta producción te hará pasar un buen rato. Eso sí, que la selección de canciones y la música elegidas me ha parecido bastante acertada.

"Nunca te disculpes por decir lo que piensas"

"La vida se trata de correr riesgos"

CALIFICACIÓN:

8/10.

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